sábado, 26 de noviembre de 2011

Sputnik, mi amor


Con todo, jamás volveré a ser el mismo. A partir de mañana seré una persona distinta. Pero nadie de los que me rodean se dará cuenta de que he vuelto a Japón transformado en otro. Porque exteriormente nada habrá cambiado. No obstante, algo dentro de mí ha quedado reducido a cenizas, ha desaparecido. Ha corrido la sangre. Dentro de mí, alguien, algo, se irá. Con la mirada baja, sin una palabra. La puerta se abrirá, la puerta se cerrará. La luz se apagará. Para mí, tal como soy ahora, hoy es mi último día. Éste es mi último atardecer. Cuando amanezca, yo, tal como soy ahora, ya no estaré aquí. Una persona distinta habrá ocupado mi cuerpo.

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"Ya ves, continuamos viviendo, cada uno a su manera, incluso ahora", pensé. Por profunda y fatal que sea la pérdida, por importante que sea lo que nos han arrancado de las manos, aunque nos hayamos convertido en alguien completamente distinto y sólo conservemos, de lo que antes éramos, una fina capa de piel, a pesar de todo, podemos continuar viviendo, así, en silencio. Podemos alargar la mano e ir tirando del hilo de los días que nos han destinado, ir dejándolos luego atrás. En forma de trabajo rutinario, el trabajo de todos los días..., haciendo, según cómo, una buena actuación. Al pensarlo me sentí terriblemente vacío.

Sputnik, mi amor - Haruki Murakami

1Q84 (Libro 3)


Le costaba recuperarse. Sus piernas y brazos seguían paralizados. De pronto notó que dentro de él se había formado un extraño espacio. Una cavidad pura. Quizás era la ausencia, la falta de algo; quizás un vacío. Ushikawa permaneció sentado en esa cavidad nunca antes vista que había nacido en su interior, sin poder levantarse. Sentía un dolor sordo en el pecho; para ser precisos, no era exactamente un dolor. Era como una diferencia de presión surgida en el punto de contacto entre aquel vacío y lo que no era vacío.

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Cuando brotan esperanzas, el corazón se aprovecha y empieza a actuar por su cuenta. Y cuando las esperanzas se ven defraudadas, llega la deseperación, y la desesperación llama al desaliento. Uno se confía y baja la guardia. En este momento, eso es lo más peligroso para mi.

1Q84 - Haruki Murakami

1Q84 (Libros 1 y 2)


¿Cuánto rato había estado pensando? Inmersa en aquellos profundos pensamientos debía de haber perdido el sentido del tiempo. Sólo el corazón marcaba su paso a un ritmo fijo y firme. Aomame visitó unas cuantas salitas situadas en su interior y remontó el tiempo, como un pez que remonta el río. En ellas había escenas familiares y olores que habían permanecido en el olvido durante largo tiempo. Había nostalgia dulce y dolor amargo. Un fino rayo de luz que había entrado por algún sitio le atravesó el cuerpo de repente. Tuvo la extraña sensación de haberse hecho invisible. Al introducir las manos en la luz, el otro lado se veía transparente. El cuerpo pareció aligerársele de pronto. Entonces, Aomame pensó: "Aunque me entregue a la demencia y la obsesión, aquí y ahora, y destruya así mi cuerpo, aunque este mundo desaparezca para siempre, ¿que demonios tengo que perder?".

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- Aunque esté sola, mientras ame a alguien con el alma, habrá una salvación. Incluso si no puedo estar con esa persona.

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Mucha gente considera la mañana del domingo como un símbolo de descanso. Pero, en su infancia, Tengo no había tenido ni una sola mañana de domingo grata. Los domingos siempre lo apesadumbraban. Cuando llegaba el fin de semana, su cuerpo languidecía, perdía el apetito y le dolían diferentes partes del cuerpo. Para Tengo, los domingos eran como una luna deforme que siempre muestra su lado oscuro. De niño, a menudo pensaba en lo estupendo que sería si el domingo no llegara. En lo bien que lo pasaría si cada día hubiera colegio, si nunca descansara. También rezaba para que el domingo no viniera, aunque es obvio que sus plegarias quedaban desatendidas. Se hizo adulto y los domingos no volvieron a ser una amenaza real, pero, aun así, al despertarse la mañana del domingo sentía una aflicción absurda. Las articulaciones le crujían y sentía náuseas. Aquella reacción le calaba hondo. Probablemente hasta el profundo dominio de la inconsciencia.

1Q84 - Haruki Murakami

lunes, 7 de noviembre de 2011

Melancolía


Melancolía: tendencia a la tristeza permanente....(palabras de diccionario...)