sábado, 21 de enero de 2012

Al sur de la frontera, al oeste del sol


Pero en aquellos cinco dedos y en aquella palma se concentraban, como en un catálogo, todas las cosas que yo quería saber, todas las cosas que tenia que saber. Y ella, al tomarme de la mano, me las enseñó. Me enseñó que en el mundo real existía un lugar como aquél.

* * *

En su interior, Shimamoto poseía un pequeño mundo propio. Un mundo que sólo ella conocía y al que sólo ella tenía acceso. Una única vez había estado a punto de abrírseme la puerta de este mundo. Pero ahora volvía a estar cerrada.

* * *

Las ilusiones ya no me ayudarían más. Ya no entretejerían más sueños para mí. Por más lejos que fuera, el vacío seguía siendo el vacío. Había estado sumergido en él durante mucho tiempo. Había obligado a mi cuerpo a familiarizarse con él.


Al sur de la frontera, al oeste del sol - Haruki Murakami

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